Pequeña Guía para Directivos
La dirección de empresas es una actividad apasionante, estimulante, vital y muy dinámica, en la que los retos y las exigencias se suceden sin pausa. La formación 360 º de estos profesionales resulta determinante, ya que junto a los conocimientos requeridos se precisa haber desarrollado las competencias, las destrezas y las habilidades personales que permitirán tomar decisiones acertadas, a menudo en tiempo récord.
¿A que sería genial contar con una buena guía para directivos y poder acudir a ella siempre que fuera preciso?
Breve historia de un CEO con éxito
La vida de Guillermo Fernández cambió radicalmente cuando fue nombrado CEO de delegación en la empresa en la que trabajaba. Conocía el sector, el mercado, el producto y la filosofía de la compañía, pero de inmediato se dio cuenta de que no era suficiente.
Las nuevas exigencias de su cargo le requerían una actividad frenética y una constante toma de decisiones para la que, a menudo, debía basarse en el olfato. Guillermo siempre ha sido un tipo resuelto, eficiente y decidido. No estaba dispuesto a dejarse superar por las circunstancias. Habló con colegas y buscó la información que precisaba hasta encontrar la solución a sus problemas directivos.
El MEDE se articula a partir de una programación de 9 meses, entre los que se reparten 300 horas lectivas, distribuidas en 3 módulos. Ofrece una preparación integral, una verdadera guía para directivos que permite adquirir y ejercitar los conocimientos y las destrezas necesarias.
A Guillermo le fascinó el primer bloque formativo: una serie de asignaturas básicas para la gestión de empresas, así como numerosos y referenciales casos prácticos que, aparte de cohesionar el grupo, favorecen la identificación y el compromiso a la hora de buscar las soluciones. Son ejercicios académicos, desde luego, pero también ejemplos vivos convertidos en auténticas referencias aplicables, con frecuencia, a su trabajo directivo.
En el segundo bloque de esta formación, el CEO Fernández profundizó en aspectos específicos de tipo comercial, relacional y de marketing, así como en todo el potencial que el universo online ofrece a los negocios. De este modo, y en paralelo, empezó a perfilar nuevas tácticas y políticas de empresa. Convirtió la web corporativa en una moderna tienda online, impulsó la creación de un blog que permitiera potenciar el marketing emocional que tan grandes éxitos podía reportar a su marca y comenzó a ejercer su liderazgo de un modo relacional, contribuyendo a crear un clima de colaboración e intercambio mucho más notable en su delegación. Estas iniciativas ayudaron a potenciar los vínculos entre los compañeros y mejoraron el clima de trabajo en equipo: no pudo cuantificar los efectos de estas decisiones inmediatamente, pero a medio plazo esta realidad mejoró los ratios de productividad, rentabilidad e imagen de la firma.
Saber para hacer
Uno de los aspectos que más motivaban a Guillermo Fernández durante su formación fue el enfoque multidimensional, y la inmediata aplicación práctica, que los contenidos de MEDE le ofrecían. Cuando llegó el tercer bloque, se sintió especialmente atraído por las posibilidades que la internacionalización ofrece a las organizaciones empresariales modernas. 'El mercado no se acaba en España', pensó. Y rápidamente solicitó la realización de un estudio mercadológico sobre la viabilidad potencial de exportar a algún país latinoamericano, donde intuía que su catálogo de productos podía tener una mayor aceptación.
El desarrollo de sus habilidades directivas, potenciado en el curso al que seguía asistiendo, le ayudó a comunicar mejor y a negociar con una mayor eficacia. Guillermo en seguida había aprendido que, más que en gestionar y validar, los CEO dedican la mayor parte de su tiempo a comunicar. Aprender a preparar esos mensajes —teniendo en cuenta el tema, el público, el contexto y, sobre todo, la finalidad—, le permitió optimizar su don de gentes, ser mejor comprendido y ahorrar recursos en sus relaciones humanas en la empresa.
Gracias al ambiente óptimo, la gran preparación de los docentes —excelentes comunicadores—, este curso que se había planteado como una guía para directivos llegó a su fin rápidamente. Habían pasado nueve meses en los que, conscientemente o no, había incorporado los conocimientos, las habilidades y las competencias requeridas para su trabajo diario.
El MEDE había sido, desde luego, un Máster de formación directiva muy valioso. Fundamentalmente porque era un máster vivo, práctico, dinámico y completo, que había abarcado todas las asignaturas troncales de su actividad: dirección, finanzas y recursos humanos.
Ahora, aunque el nivel de exigencia de su desempeño no ha descendido, actúa con mayor tranquilidad, seguridad y acierto.